Las siglas TDAH hacen referencia al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, un trastorno complejo y multifactorial, de carácter neurobiológico, que afecta directamente en la capacidad de atención, la hiperactividad y la impulsividad de las personas.

Aunque todavía circulen muchos mitos alrededor de este trastorno, hay que remarcar que se trata, posiblemente, de la patología más estudiada en el ámbito de la psiquiatría infantil y juvenil.

Es por esta razón que en este artículo de Integratek te queremos ayudar a comprender mejor qué es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad y desmentir algunos bulos muy difundidos al respecto.

El desconocimiento del TDAH entre la sociedad

Lo cierto es que este trastorno sigue siendo un gran desconocido en nuestras sociedades. El estudio académico titulado Conocimiento de la población general sobre el TDAH, presentado en el 62º Congreso de la Asociación Española de Pediatría, durante el pasado 2013, evidenció esta realidad mediante cifras concretas.

En este exhaustivo trabajo, solamente un 4% de los encuestados supo reconocer qué es el TDAH por sus siglas, y hasta un 33% concluyó que se debe a un entorno familiar y/o escolar desorganizado.

Revertir la desinformación para combatir el estigma

Esta desinformación generalizada suele tener efectos negativos sobre los pacientes con este trastorno diagnosticado y su entorno más próximo. Como veremos, existen algunos falsos mitos que fomentan el estigma, la culpabilización y la falta de sensibilidad en la materia.

En el caso de niños y adolescentes, una mala gestión, cargada de prejuicios, también suele afectar a su rendimiento escolar.

Es por estas razones que se hace tan necesario hacer pedagogía sobre por qué se producen casos de TDAH y cómo es mejor tratarlos.

    El TDAH no es culpa de una mala educación

    Las causas de este trastorno son diversas, y no valen las simplificaciones. Se trata de un trastorno heterogéneo, con distintos subtipos, y que conlleva diversos factores de riesgo, que actúan conjuntamente.

    Aun así, hay que tener en cuenta que estos factores son, principalmente, genéticos y ambientales (entendiendo este último factor como aquello que afecta al bebé desde el período previo hasta el momento posterior a su nacimiento).

    Por lo tanto, la culpabilización de los padres, por una supuesta mala educación o por falta de atención, de comunicación, de afectividad o de empatía, es totalmente infundada. Conviene tener en cuenta que el TDAH cuenta con un coeficiente de heredabilidad, aproximadamente, del 76%.

    Es un trastorno, no un invento

    Otro de los aspectos que es necesario resaltar es el hecho de que el TDAH no es ningún invento, ni el producto de ninguna conspiración mundial. De hecho, la fiabilidad de su diagnóstico médico es muy elevada.

    Este trastorno está relacionado, en el fondo, con un déficit en la producción de dos neurotransmisores: la dopamina y la noradrenalina. Este déficit es el que provoca una serie de problemas en los circuitos reguladores de distintas zonas del cerebro. Por lo tanto, hay sobradas razones médicas para concluir su existencia, y sus implicaciones.

    Fíjate que si existe el TDAH que ya fue descrito por varios estudiosos durante la segunda mitad del siglo XIX. A pesar de que en los inicios se denominó Disfunción Cerebral Mínima, desde el año 1994 se reconoce como el TDAH. Por lo que parece, la frecuencia de afectación de este trastorno es muy parecida en todos los países del mundo, y suele oscilar entre el 2% y el 6%.

    El TDAH no deja de existir en la adolescencia

    Vamos con otro falso mito del TDAH: se dice muy a menudo que durante la adolescencia el trastorno desaparece, y eso no es 100% verdad. Lo que sucede es que, con el paso de los años, se suelen reducir algunos síntomas de la hiperactividad derivada del TDAH.

    No obstante, no hay que ignorar que la falta de atención y la impulsividad suelen mantenerse, por lo general, también en la edad adulta. Por consiguiente, este trastorno requiere de un tratamiento a largo plazo, y no es bueno, en este sentido, aplicar la idea de que solo es cuestión de tiempo. Es cuestión de tratamiento.

    La medicación es necesaria

    Por lo que respecta al tratamiento del TDAH también se han popularizado algunas opiniones inexactas. Así, por ejemplo, en determinados entornos se reitera que el tratamiento del TDAH debe comenzar sin que se emplee ningún tipo de medicación. La verdad, en cambio, es que la medicación es parte imprescindible, desde el inicio, del tratamiento.

    A veces incluso se cae en sensacionalismos al afirmar que los fármacos para hacer frente al TDAH son peligrosos. Nada más lejos de la realidad. Entre las medicaciones que han probado su eficacia ante el déficit de neurotransmisores, hay diversos estimulantes que actúan sobre la dopamina, y otras medicaciones no estimulantes que actúan sobre la noradrenalina.

    Cualquier medicación puede tener unos efectos secundarios, que están controlados, pero de ahí a hablar de peligro hay un abismo.

    La medicación no lo es todo, ante el TDAH, eso sí. Se debe acompañar de apoyo a nivel pedagógico, en el centro de enseñanza, y de apoyo familiar.

    Consejos para los padres de niños y/o jóvenes con TDAH

    Cuanta más información fiable sobre este trastorno se conozca, mejor. Del mismo modo, es importante dejarse asesorar por expertos en la cuestión. A parte de todo eso, pero, podemos llevar a cabo algunas acciones básicas, desde el hogar, con el objetivo de dar apoyo a nuestros hijos con TDAH.

    Establecer reglas claras, con premios para aquellos comportamientos positivos; ayudar al niño a terminar tareas o bien dividir sus esfuerzos para que las complete y que no pierda la atención; fijar unas rutinas que organicen bien el tiempo; evitar todo tipo de distracciones, como las dobles pantallas, y trabajar aspectos como la motivación son algunas de las recomendaciones de los expertos.

    Alejar los bulos para abordar el TDAH

    Como hemos visto, el TDAH es un trastorno muy estudiado, en el que ya no deberían tener cabida todos estos bulos, que tan solo perjudican a quienes lo sufren. Este trastorno existe, requiere de tratamiento y no es culpa, en origen, de la educación recibida por parte de los padres. Así pues, la mejor manera de abordarlo es evitar estos falsos mitos y ayudar a la persona diagnosticada de TDAH.

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