La educación del siglo XXI enfrenta desafíos que van más allá de la transmisión de conocimientos. La neurociencia ha demostrado que factores como la atención, la emoción y el bienestar desempeñan un papel fundamental en el aprendizaje.
En la IV Jornada de Neuroeducación, expertos de referencia explorarán cómo podemos transformar la enseñanza a partir de los últimos avances en neurociencia. A través de un enfoque basado en evidencia científica, la jornada invita a reflexionar sobre cómo la educación puede ser más humana, innovadora e inclusiva.
Neurociencia en el aprendizaje: ¿Cómo aprende el cerebro?
El cerebro humano es un órgano en constante cambio. Gracias a la plasticidad neuronal, cada experiencia y aprendizaje transforma nuestra red de conexiones cerebrales (Bueno, 2016). David Bueno. Sin embargo, el contexto en el que ocurre el aprendizaje es clave: la motivación, el estrés, la curiosidad y la emoción influyen en cómo adquirimos y consolidamos el conocimiento (Portero & Bueno, 2018).
Según David Bueno, experto en genética y neurociencia, aprender no es solo un acto intelectual, sino una experiencia emocional y social. Su concepto de “cerebroflexia” explica cómo el cerebro se moldea constantemente con cada interacción y estímulo, favoreciendo o dificultando la adquisición de conocimientos.
Por su parte, Marta Portero, investigadora en neurociencia, enfatiza que la motivación y el placer son esenciales para el aprendizaje: “El aprendizaje es placentero por naturaleza. Nuestro cerebro ha permitido que podamos adaptarnos y sobrevivir gracias a conocer y recordar cómo funciona el entorno” (Portero & Bueno, 2018). La clave, entonces, está en diseñar experiencias educativas que despierten la curiosidad y fomenten la exploración activa.
Inclusión y neuroeducación: Atender la diversidad desde el conocimiento del cerebro
La inclusión educativa es un reto global que exige un enfoque basado en la comprensión de la diversidad cerebral. Según Charo Rueda, investigadora en neurociencia cognitiva, el desarrollo de la atención y las funciones ejecutivas en la infancia es determinante para el aprendizaje y la autorregulación emocional. Su trabajo muestra que los niños con dificultades atencionales pueden beneficiarse de estrategias pedagógicas adaptadas para mejorar su desempeño en el aula (Rueda et al., 2016).
La neurociencia ha evidenciado que no todos los estudiantes aprenden de la misma manera. Anna Forés, especialista en neurodidáctica, destaca la importancia de diseñar metodologías inclusivas que atiendan los distintos estilos y ritmos de aprendizaje. En su obra Neurodidáctica: Aprender desde, en y para la vida, Forés argumenta que un entorno de aprendizaje flexible, multisensorial y emocionalmente seguro es clave para fomentar el desarrollo de todos los estudiantes (Forés, 2015).
La inclusión neuroeducativa no es solo una cuestión de acceso, sino de equidad. Coral Regí, especialista en liderazgo pedagógico, sostiene que transformar la escuela implica entender que cada cerebro es único y que el sistema educativo debe adaptarse a esta realidad en lugar de exigir lo contrario. Su experiencia en liderazgo educativo muestra que las escuelas más exitosas son aquellas que integran enfoques basados en evidencia y promueven la colaboración docente para atender la diversidad.
Bienestar y aprendizaje: La clave para una educación efectiva
El bienestar emocional no es un aspecto secundario en la educación; es una condición indispensable para el aprendizaje. Investigaciones en neurociencia han demostrado que el estrés crónico afecta negativamente la memoria, la atención y la motivación de los estudiantes, mientras que un ambiente seguro y estimulante potencia su capacidad de aprendizaje (Portero, 2020).
Montse Jiménez, experta en innovación pedagógica, destaca la importancia de crear espacios de aprendizaje emocionalmente positivos. Su enfoque de comunicación educativa con corazón pone en el centro la relación entre docentes, familias y estudiantes como un factor clave para la mejora del aprendizaje.
Además, la neurociencia ha demostrado que el trabajo colaborativo y las experiencias sociales potencian el aprendizaje al activar múltiples regiones del cerebro simultáneamente. La investigación de Pepe Menéndez, especialista en transformación educativa, ha mostrado que los entornos de aprendizaje cooperativos favorecen la consolidación del conocimiento y el desarrollo de habilidades socioemocionales esenciales para el siglo XXI.
Hacia una educación basada en la neurociencia, la inclusión y el bienestar
Los hallazgos neurocientíficos nos invitan a repensar el sistema educativo:
- Comprender cómo aprende el cerebro nos ayuda a diseñar metodologías más efectivas y personalizadas.
- Atender la diversidad desde la neuroeducación permite generar entornos más inclusivos y accesibles.
- Promover el bienestar emocional en el aula es una condición esencial para el éxito académico y personal.
La IV Jornada de Neuroeducación es una oportunidad única para explorar estas cuestiones con expertos que están a la vanguardia en el campo. ¿Estamos preparados para transformar la educación desde la neurociencia? La respuesta no está en el futuro, sino en las decisiones que tomemos hoy.
Referencias:
- Bueno, D. (2016). Cerebroflexia: El arte de construir el cerebro. Grijalbo.
- Portero, M., & Bueno, D. (2018). El placer de aprender. Aula, 275, 18-22.
- Rueda, C., Conejero, A., & Guerra, S. (2016). Educar la atención desde la neurociencia. Pensamiento Educativo.
Forés, A. (2015). Neurodidáctica: Aprender desde, en y para la vida. UOC Ediciones.