Pedagoga terapeuta, logopeda habilitada y psicóloga infantil

Helena Alvarado, directora del centro de desarrollo infantil Creix, asegura que, cada vez con mayor frecuencia, los profesionales detectan, entre los niños, patologías relacionadas con altos niveles de ansiedad, sobreestimulación y estrés. El trepidante ritmo de vida generalizado, pero también los cambios en las estructuras familiares y la sobreprotección de algunos padres son algunos de los factores principales que intervienen en esta cuestión. “Décadas atrás, estos casos eran puntuales entre la población”, reconoce Alvarado, con más de 20 años de experiencia.

Alvarado no es partidaria de la permisividad y la protección excesiva de los niños, porque según ella se trata de actitudes que provocan que “los niños sean muy inseguros y dependientes”. El objetivo de la educación debe ser justamente el contrario, es decir, promover la autonomía y la independencia personales. “Si les evitamos las dificultades, los niños no van a crecer a nivel madurativo”, advierte Alvarado, que parafrasea a Andrea Fiorenza cuando dice que “el secreto está en poner a los hijos cada día una dificultad”. “Lo que hacen los padres sobreprotectores es lo contrario: evitar la dificultad continuamente, ignorando que sin posibilidad de error no hay aprendizaje, ni tampoco superación”, añade. En síntesis, los niños deben aprender a ser autónomos, tomar decisiones, arriesgar, equivocarse, aprender y mejorar.

Para Alvarado también es fundamental fijar una serie de límites. “Ahora bien, poner límites no es sobrecontrolar”, puntualiza. “Hay que dejar a los niños un poco de espacio y de capacidad de resolución y rectificación”. Alvarado explica, con un ejemplo, a qué se refiere: “Si el niño tiene que tener su cuarto ordenado antes de la cena, no sirve de nada ir detrás suyo durante todo el día recordándole lo que tiene que hacer”.

Otra de las reivindicaciones de Alvarado se centra en la necesidad de que los niños tengan tiempo para aburrirse. “El aburrimiento despierta las ideas creativas”, manifiesta. Si los niños solamente se dedican, por ejemplo, al uso de las nuevas tecnologías, esta fase de creatividad, así como la de interacción social, no se genera, y por lo tanto no se da un crecimiento personal.

Alvarado considera que los padres tienen un gran poder de transformación, y que hay que aprovecharlo. “Hay la tentación de pensar que cuando se plantea un problema, no hay responsabilidad paterna. Llevar el niño al psicólogo para desocuparse no es, ni por asomo, la solución. Los padres son los artífices del cambio”, concluye Alvarado.

Coautora del Protocolo de Detección y Actuación de Dislexia de la Conselleria d’Educació del Govern Balear, Alvarado reclama una sensibilización en las aulas sobre los síntomas de detección y las formas de actuación respecto a la dislexia y otros problemas de aprendizaje. “Si no conectamos con los síntomas difícilmente podremos actuar. Aquello que no conozco no existe”, declara Alvarado. Ella considera que, más allá de encontrar la forma de responder a estas situaciones, también es transcendental saber cómo comunicar las cosas con los niños. Relación, actuación y comunicación, estos son los conceptos claves para Alvarado.

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