Una experiencia de:
- Centro: Colegio Arcadia
- Edad: 3 años
- Tutora Esther Rubio
El proyecto de ambulatorio fue perceptivo y vivencial.
Vivenciamos las diferentes pruebas que nos pueden realizar en un ambulatorio u hospital, con la ayuda de las mamás y papás de la clase.
Un día, por la mañana, llego a clase Luís con la palabra para clasificar en el panel. Después de mucho debatir dónde debíamos colocar la palabra, decidieron que sería en la categoría “lugar del mundo”. A partir de entonces, nos comenzaron a surgir dudas y preguntas; ¿Quién trabaja en un ambulatorio?, ¿Cuándo vamos al ambulatorio?, algunos incluso expresamos nuestro miedo a ir al médico. Teníamos que encontrar una solución a esos miedos.
Pudimos ver en la pizarra digital un capítulo de “Teo va al médico”. y comprobamos que también tenía miedo de ir al igual que nos pasaba a nosotros. Así nos surgió un nuevo debate, y Luis propuso decírselo a su mamá, cirujana, para que nos ayudara.
A los pocos días, todos vinimos al cole acompañados de nuestro osito o peluche favorito. La mamá de Luis iba a venir acompañada del papá de Akane, enfermero, y otras mamás y papás que se prestaron voluntarios a colaborar en solucionar o al menos intentar que perdiéramos el miedo.
Mientras esperábamos a que llegaran, aprendimos una canción “Al médico vamos”.
Finalmente llegaron los médicos ataviados de arriba a bajo y la clase comenzó a organizarse; nos pusimos batas, gorros, guantes, etc.
Una mesa para operar, una mesa para vendajes, otra para dolores, otra para ositos con problemas respiratorios y cardiacos y por último una zona de recuperación.
Antes de comenzar cada peluche debía pasar por el triage, donde completarían una ficha con los datos del peluche y la dolencia que padecía.
Después, según la patología, irían a cada mesa y por ultimo los acompañaban a la zona de recuperación.
¡Teníamos hasta una máquina de rayos X!
En una de las operaciones, ¡al osito le sacamos un ChupaChups enterito!
Al día siguiente, realizamos un mural con todo lo vivido el día anterior.
Nuestros peluches fueron curados por 25 pequeños doctores, que gracias a esta vivencia consiguieron perder el miedo a los médicos. ¡Objetivo conseguido!