La ansiedad es una reacción emocional que se manifiesta ante la percepción de una amenaza o un peligro. Tiene como finalidad la protección del individuo. Así pues, la ansiedad adaptativa nos ayuda a reaccionar ante el peligro.
Pero puede llegar a ser negativa o patológica cuando se sobreestima el peligro del estímulo que se presenta. Muchos niños muestran emociones negativas desmesuradas relacionadas con las matemáticas.
¿Por qué las matemáticas, a diferencia de otro tipo de aprendizajes, generan estas emociones tan negativas? Analizamos el concepto y damos herramientas para empezar a intervenir.
¿Qué es la ansiedad matemática?
Los autores definen la ansiedad matemática como la sensación de tensión, impotencia, desorganización mental y terror producida cuando se deben manipular números o al resolver situaciones problemáticas (Rubinsten & Tannock, 2010).
Se trata de una fobia específica, ya que la presencia de síntomas, tanto cognitivos como fisiológicos, aparecen cuando ven un estímulo específico o lo asocian a una situación específica (Kucian et al. 2018).
Solo se manifiestan ante las matemáticas y/o los números. Se perciben los números cómo una verdadera amenaza.
Al presentarse preguntas sencillas, del entorno cotidiano cómo “¿si vale 3 y te doy 5, cuánto debes devolverme?, ¿si hace dos años tenía 13, cuántos años tengo ahora?, ¿si eramos 4 y llegaron 3, cuántos somos ahora en total?…”
En este instante, a la espera de la respuesta, se manifiesta la duda, la inseguridad, el miedo hasta llegar al bloqueo.
Esto es lo que les pasa a muchas personas con ansiedad matemática. Esta dificultad puede llegar a percibirse como una amenaza a su autoestima.
Debido a esas experiencias tan negativas y estresantes tienden a negativizar todas las situaciones cotidianas que se presentan con manipulaciones numéricas y/o aritméticas, llegando a ser un auténtico hándicap en su vida de adulto.
La ansiedad matemática impacta directamente en la Memoria de Trabajo de los alumnos (Ashcraft & Krausse, 2007; Beilock, 2008; Mammarella et al., 2015).
Como sabemos, es un recurso indispensable para la resolución de tareas matemáticas.
Consecuencias de la ansiedad matemáticas
Al tener pensamientos intrusivos de preocupación se consumen los recursos atencionales y quedan menos disponibles para el procesamiento de los números (Suárez-Pellicione et al., 2016).
Por otro lado, debemos tener en cuenta que también se fomenta una disminución de la autoestima académica.
Se manifiestan pensamientos recurrentes de no ser capaz de, por ejemplo, tareas tan sencillas como las de sumar 5 y 4, localizar números en tablas, escribir o manipular cifras.
Estas actividades se realizan de forma automática, incluso en formato de juegos o pequeñas competiciones.
Todo esto lleva a generar un círculo vicioso de evitación, incremento del desempeño deficiente y aumento de la sensación de ansiedad (Mongiello, 2020).
Por estos motivos es imprescindible dedicar tiempo en nuestra intervención psicopedagógica para prevenir y mejorar la ansiedad matemática, ya que ésta pueda tener impacto también en la vida adulta, en la elección de nuestros estudios futuros y en la vida laboral.
¿Ansiedad matemática y/o Discalculia?
No todas las personas que tienen ansiedad matemática tienen Discalculia, pero toda persona con Discalculia tiene, de algún modo, ansiedad matemática. (Hornigold, 2015).
La prevalencia de la ansiedad matemática es mucho más elevada de lo que nos podríamos haber imaginado; se trata del 25% del alumnado (Dowker et al. 2016), aunque puede variar con la edad y la exigencia académica.
Aún así, no todos los alumnos con ansiedad matemática presentan Discalculia. Sólo un 7% de este 25% manifiesta, a la vez, el trastorno de aprendizaje.
Las personas con discalculia, tal y como hemos analizado en el artículo “Discalculia: Descifrando las dificultades de matemáticas” presentan un déficit en el procesamiento numérico de forma innata que genera una ansiedad matemática.
A la vez, la ansiedad matemática retroalimenta negativamente el aprendizaje de las matemáticas. Estos dos elementos aumentan de forma significativa la dificultad de aprendizaje de los conceptos matemáticos.
En las matemáticas curriculares se fomenta el hecho de tener o deber de dar una solo respuesta correcta a una pregunta, en lugar de valorar el proceso de pensamiento.
Debido a esto, entenderemos que aumente la sensación de inseguridad al responder erróneamente delante de nuestros y nuestras compañeras de forma reiterativa.
Herramientas para la intervención: Guía EPIRE para generar recursos de superación de la ansiedad matemática
Además de contemplar un programa de intervención psicopedagógica completa, donde se trabaje con un tratamiento integral, los objetivos y el desarrollo de los conceptos aritméticos (siempre desde lo concreto hasta lo abstracto) y la comunicación Escuela-Familia-Profesional Externo, la regulación de la ansiedad matemática debe tomar un rol indispensable y explícito durante la intervención psicopedagógica.
Seguir los pasos EPIRE (Externalización – Psicoeducación – Identificación – Relajación – Estrategias) nos puede ayudar a generar una guía básica de recursos para hablar con nuestros y nuestras alumnas durante de las situaciones de ansiedad y dar herramientas para qué hacer cuando ésta aparece.
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Externalizar
En primer lugar, y como cualquier proceso de regulación emocional, debemos ayudar a externalizar la emoción de ansiedad.
Pasar esa emoción abstracta a un símbolo concreto: Poner nombre, aspecto, que nos hace sentir, etc. nos ayudará a hablar en referencia a esas mismas sensaciones y poder identificarlas en el futuro.
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Psicoeducar
Una vez hemos externalizado debemos psicoeducar la ansiedad matemática. En todos los procesos de intervención psicopedagógica específica, poder explicar a los niños y niñas que les pasa y porqué alivia muchos de sus síntomas ansiosos o de una baja autoestima.
Cuando los niños y niñas conocen cuáles son sus dificultades y por qué las tienen pueden entender el origen de las situaciones frustrantes durante su aprendizaje y empezar a poner remedios para mejorar sus dishabilidades y desarrollar las habilidades que puedan compensar sus déficits.
Reconocer la ansiedad y la intensidad de los efectos produce en nuestro cuerpo. Para ello podemos usar símbolos como el termómetro de las sensaciones.
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Identificar
Haber externalizado y psicoeducado acerca de la ansiedad matemática nos permitirá identificar los pensamientos que generan esta emoción y discriminar la intensidad de estos síntomas en situaciones futuras.
A medida que vayamos siendo explícitas en nuestra intervención podremos ayudar a anticipar, que será una herramienta básica para frenar a tiempo los pensamientos negativos y el bloqueo.
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Relajación
Para poder frenar pensamientos negativos recurrentes, los nervios, bloqueos, ataques de pánico ante situaciones de evaluación académica y poder transformarlos en adaptativos, relativizar los resultados negativos o los errores y poder tener pensamientos positivos podemos usar técnicas de relajación (como la respiración, el mindfulness, etc), u otras técnicas de regulación de las emociones como el cambio de foco atencional o las estrategias de afrontamiento.
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Estrategias
Generar recursos académicos que nos ayuden a recordar, entender y llevar a cabo procesos académicos (esquemas, guiones, tablas, autoinstrucciones, pasos para realizar procedimientos, estrategias de resolución de problemas, etc.) serán también una herramienta clave para aliviar posibles presiones en contextos de ejecución de actividades académicas.
Por último algunas recomendaciones para minimizar la ansiedad matemática podrían ser el hecho de generar un ambiente de trabajo donde el niño y la niña se sientan seguros, dar pie a que puedan verbalizar sus propias ideas o procesos de pensamiento, proponer la idea que los errores forman parte del proceso de aprendizaje, usar material concreto para ayudar a comprender los conceptos y premiar las estrategias y los procedimientos, más que la resolución exacta de los ejercicios (Hornigold, 2015).
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