Guía básica sobre funciones ejecutivas y aprendizaje.

Los neuropsicólogos han profundizado, a lo largo de las últimas cuatro décadas, en el rol fundamental que ejerce el lóbulo frontal en la actividad cerebral. Los investigadores han logrado demostrar que es, en esta parte del cerebro, donde se llevan a cabo, por ejemplo, las funciones ejecutivas, que tanto interés han despertado, como es comprensible, en el ámbito de la pedagogía.

Este artículo de Integratek se propone ayudar a dar a conocer al público general, mediante la exposición breve de 5 puntos clave, qué son las funciones ejecutivas y cuáles son sus principales implicaciones en la vida cotidiana y el aprendizaje de las personas.

1. ¿Qué son las funciones ejecutivas?

El concepto “funciones ejecutivas”, simbolizado, a menudo, en el mundo académico, con las siglas FE, fue acuñado por primera vez en 1982 por la neuropsicóloga estadounidense Muriel Lezak. Se suele definir como un conjunto de procesos que permiten que las personas activen, en el cerebro, una serie de mecanismos imprescindibles para poder resolver problemas complejos y adaptarse a nuevos contextos.

2. ¿Qué situaciones complejas resolvemos gracias a las funciones ejecutivas?

Es muy probable que hayas oído hablar con anterioridad de las funciones ejecutivas y de su transcendencia en la resolución de problemas complejos. No obstante, ¿A qué se refieren los expertos, con esta expresión?
Las funciones ejecutivas son muy útiles en el campo del aprendizaje, ya que sirven para controlar y orientar acciones humanas tales como la atención, la memoria, la reflexión, la metacognición y las habilidades de cognición social (Tirapu-Ustárroz y Muñoz Céspedes, 2005).

3. Las funciones ejecutivas y su influencia en el logro de objetivos

Al afectar a todas las acciones descritas —atención, memoria, reflexión, metacognición y cognición social—, las funciones ejecutivas tienen una enorme influencia en el día a día de los seres humanos, ya que influyen directamente en su conducta y en la toma de decisiones. 

El efecto en la vida cotidiana es, por lo tanto, directo. Podríamos afirmar que las funciones ejecutivas sirven para “planificar, organizar, inhibir, monitorizar nuestra conducta y ser flexibles frente a situaciones novedosas” (Echavarría, 2018). Al fin y al cabo, pues, son la piedra angular de la planificación y la creación de estrategias para la consecución de todo tipo de metas personales.

4. ¿Las funciones ejecutivas se pueden mejorar?

La respuesta es sí, indudablemente. Las funciones ejecutivas se pueden mejorar. Requieren, pero, como sucede en otros aspectos de la vida, de un entrenamiento, de un trabajo pedagógico. Es muy importante que se potencien desde los primeros meses de vida de una persona, ya que son decisivas en el aprendizaje más inicial, y también lo será en el rendimiento académico. Por otro lado, la plasticidad cerebral posibilita que se puedan cuidar e incluso restaurar las funciones ejecutivas con el paso de los años.

5. ¿Qué se puede hacer para mantener en forma las funcionas ejecutivas?

Existen muchas formas de trabajar las funciones ejecutivas, a través del ejercicio de la memoria, la comunicación interpersonal, el cambio de roles y la empatía, la inhibición de conductas perjudiciales y la resolución de conflictos. En función de la edad y de la situación personal concreta, se pueden llevar a cabo unas u otras actividades.

Lo que quizás puede ser más interesante de reflejar, en este sentido, es la fuerza de atracción del aprendizaje lúdico. Es mediante el juego que se pueden trabajar todas estas habilidades que son propiciadas por las funciones ejecutivas.

 

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